Nunca me ha sido fácil provocarte esa sonrisa. Aquella que, a pesar de ser adivinada,
revelaba todo el amor que eres capaz de ofrecer sin que se demuestre.
Aquella por la que no merece la envidia nada de lo que me cuenten.
Aquella por la que me siento capaz de esto y más.
Aquella por la que siento que te fías de lo que pretendo.
Aquella por la que recuerdo y me anima.
Aquella que siempre acompaña la caricia de tu mano áspera por el trabajo
pero que con energía zarandea mi oreja.
Aquella que sólo tú sabes regalar y que, por ella,
mereció la pena renunciar a ciertas circunstancias que aún no sabes.
Y no sabrás. Quizá porque no las recuerde.
Quizá porque mereció la pena olvidarlas.
Quizá porque nunca me ha sido fácil.
Pero siempre la llevaré conmigo.
Pronto me iré. Y pronto sabré que estás orgulloso de mí. Y sin merecerlo.
