jueves, 9 de febrero de 2012

Inconsciencia IV


No tengo nada que decir. 

Y, ciertamente, no es nada. Pero creo que, en sí mismo, ya es algo que he dicho aunque no lo sea porque lo nombré ausencia. Pero en verdad sí hay algo que quiero decir y que no digo. Y lo nombro nada porque, al fin y al cabo, nada es porque uno no lo ha emitido, nadie quiso conocerlo y nadie querrá posibilitar que sea, pues nadie pregunta. Y es una pena que ningún nada pueda brotarse, verbalizarse y expresarse para que sea transformación de algo que es porque ya es de dos. Y lo da sentido, identidad y significatividad.

Pobre nada. 

Sin embargo y puesto a elegir, hubiese elegido que ese nada sea algo y ese nadie, alguien; pero por nada tampoco pretendo llevarlo a cabo. Ni por nada ni por nadie. Porque nadie ya no está y el nada deja de serlo porque era para el que no lo quiso saber.

Pobre de nada.
O pobre de nadie.
O pobre de mí que no ofrezco la posibilidad de ser a nada por no expresarlo con el nadie que lo que pudo ser algo y yo esperábamos...


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