Y es que hay veces en que al omitir, a uno se le ciegan los ojos y duda entre una mirada cómplice y una mirada compasiva.
Y es que hay veces en que, omitiendo, se cuentan mil batallas alejadas del deseo de comunicar.
Y es que hay veces en que omitir tanto me provoca un nudo en la garganta cuando ya nos despedimos. Y me es algo inevitable.
(Y yo llevo tiempo omitiéndolo sin saber si me adivinas)
«SI la voz se sintiera con los ojos,
ResponderEliminar¡ay, cómo te vería!
Tu voz tiene una luz que me ilumina,
luz del oír.
Al hablar
se encienden los espacios del sonido,
se le quiebra al silencio
la gran oscuridad que es.»
[Pedro Salinas]